(La Rava amenaza con el cuchillo a Gusmán.)
Rava: No huyas cobarde
Gusmán: Todo por darle una caricia a quien se ha dedicado a cuidarme todo este tiempo. Al principio temía enamorarme de ti Rava, no podía admitir que el amor me distrajera de mis verdaderos intereses que eran los de una clase entera y no los de la pareja. Recuerdas que tú me dijiste “Gusmán el futuro que prometes no te deja ver el presente que vives”
Rava: ¿Eso dije?
Gusmán: Algo así. ¿De qué te defiendes Rava sino de tu propio deseo? ¿No ves que sólo él puede defenderte de los demás? Baja eso.
Rava: No creo en tus palabras. Tú me prometiste aquella noche que viajarías conmigo al Paraguay.
Gusmán: ¿Eso dije?
Rava: Sí
Gusmán: ¿Por eso no dejas que te ame?
Rava: No sé. Dí tus últimas palabras antes de que te pase al otro lado.
Gusmán: Amor, no me mates si quieres tu con vida seguir. Si tú creíste a mi cuerpo capaz de soportar tus intensidades, si yo volví tu mentira verdadera ¿por qué decides ahora hacer de este templo ruinas? ¿debes siempre condenar acaso a quién has bendecido?
Rava: Nunca escuché nada más grasa, pero ese texto es hermoso
Gusmán: Rava acéptame como tu esposo y dame ese cuchillo
(La Rava le da su cuchillo a Gusmán. Aparece la Pety, imitando a la Maciel, arrodilla a Gusmán y le coloca una capa a la Rava. Arma la escena del casamiento, y los enmarca. Entra Perla)
Pety: Rava hija mía, toma esta capita, vas a casarte. Y tú Gusmán arrodíllate. No he oficiado jamás una boda, pero quién sino yo sería capaz de casar a mis hijos. Perla ven aquí.
Perla: ¿Un casamiento? Yo soy dos veces divorciada (se ríe).
Rava: Yo Rava, te prometo a ti Gusmán la exclusividad del goce de mi cuerpo, prometo también que no dejaré que mi fantasía se articule con imágenes de otros hombres, y que estas manos amasarán el pan y los tallarines que serviré los domingos en nuestra mesa.
Gusmán: Yo Gusmán, te prometo a ti Rava sostener con un sueldo de empleado municipal nuestra familia, prometo rodearme por otras mujeres para que tenga argumento la paranoia de tus celos y puedas mantener así tu deseo hacia mí como el primer día, ah y prometo con la fertilidad de mi semen satisfacer tus deseos de ser madre.
Pety: No creo que eso sea posible. La Rava es muy impaciente con sus hijos, ella se los quita de su vientre antes de que hayan nacido. (aparece Judith en la escalera) Bien, basta de palabras zonzas de amor, si alguien se opone a este casorio que hable ahora.
(entra Juidth por la escalera)
Judith: ¿Casamiento?
Pety: Sí Judith, te lo has perdido llegas justo para el final. Yo la Pety, de todas la más fiel, los declaro marido y marida, y te pido a ti Gusmán que alegres este, tu casamiento, con alguna piecita en el piano. Tú Judith, hija mía, acompáñalo con el canto.
Buenas noches
Soy el miedo
No te asustes
Que no muerdo
Entre tus piernas
Todo entiendo
No te duermas
Yo te sueño
(Baja Edmundo a las risas por la escalera. Detrás de él, se oye a la Maciel rogándole que no lo haga.)
Edmundo: Porqué me miras así pequeña, ¿ya sabes lo que tengo para decirte?. Yo no soy tu padre, allí tienes a tu verdadero padre (y señala a la Maciel que está en ropa interior detenida en el último escalón de la escalera. La Maciel huye llorando hacia el cuarto del fondo.)
Pety: Estúpido, ¿crees que no lo sabía? (y corre hacia el cuarto en busca de su madre)
Edmundo: ¿Y ustedes por qué no ríen? (lo ve a Gusmán) Gusmán, así que te tenían escondido aquí.
Gusmán: (Saca el cuchillo) Cobarde. Fuiste tú quien te pusiste al frente del movimiento sólo para traicionarlo. Utilizaste nuestra juventud y la frescura de nuestros ideales para tu propio beneficio.
Edmundo: Fueron ustedes quienes me utilizaron a mí, los que me desearon como aquel que podría guiarlos, ustedes necesitaban a alguien como yo. Y yo también necesitaba de ustedes para conseguir lo que quería. No hay lugar para reproches.
Gusmán: Cuando decías... (En una maniobra, Gusmán piede el cuchillo y queda en manos de Edmundo. Que en vez de matarlo, comienza a reirse y se va.)