LM: Señor Inspector, esto es una casa de familia. Mis hijas están durmiendo porque mañana las espera una larga jornada laboral. Las pobres se acuestan tan cansadas que no tienen ni fuerza para el trabajo del sueño, así que si pasa las verá así durmiendo juntitas como en un gallinero.
Edmundo: No pensé que se iba a poner así, se les está yendo la mano a los mocosos.
(Atraviesa el escenario sin saludar a la Maciel)
LM: ¡Edmundo!
Edmundo: Yo les dije que había que apretar a Nito Galotti, al dueño de la Swift, un amigo mío. Pensé que no lo iban a hacer, por eso no le dije nada a Nito. Hoy a la tarde, me crucé con una reunión de perros, que estaban meta meter el hocico y arrancando tripas. Cuando me acerco y veo ahí tirado al pobre Nito, a medio comer. Cualquier día de estos me van a limpiar a mí.
LM: No entiendo de qué me hablas, toma (le acerca una copita de caña)
Edmundo: Ya no estoy para esto. Soy un niño en el cuerpo
LM: (intenta seducirlo) No digas eso. Estoy descentrada
Edmundo: Estás invertido desde el día que naciste
LM: No es por mí, es por tu hija.
Edmundo: Basta con eso, no es mi hija y vas a llenarle la cabeza a la mocosa.
LM: Le ha venido
Edmundo: ¿Quién?
LM: La menarca, ignorante. Tu pequeña es señorita. No quiero escucharte débil, eres joven. Tu miembro es y será siempre amplio, ambicioso, febril, inabarcable (y bailan algo parecido a un tango). Recuerdas aquellas noches interminables Edmundo. Tú empolvabas mi nariz y yo me convertía en una yegua desbocada que ni tus golpes podían calmar. Era tan flaca que no tenía ni cola para sentarme. (se arrodilla y acerca su boca a Edmundo) Cómo amaba cabalgar en tus cuádriceps turgentes, blandiendo mis senos en tu pecho poblado de resortes hasta la madrugada siguiente.
Edmundo: (la empuja) Basta, no voy a caer en tus juegos. No vino nadie, no soy estúpido y necesito que esto funcione, necesito la plata ¿entendés?. Si no sabes hacer trabajar a las chicas te voy a cruzar al Uruguay. ¿Las mandaste a aplaudir las tetas al Vladimir? (las chicas asoman por los agujeros de la cortina de la habitación. Edmundo las ve..) Salgan de ahí.
(Algunas van a auxiliar a la Maciel que está tirada en el piso. Judith toma la copa y el sobretodo que Edmundo se ha quitado.)
Edmundo: Si esto sigue así, las voy a hacer chorizo ¡chorizo en el Anglo!
LM: No hables así Edmundo. La calle es siempre generosa con los que nada tienen, y la pequeña revolviendo mercadería en el puerto encontró unas máscaras y trajes de carnaval. Con las chicas hemos preparado un numerito y arreglado los trajes para este carnaval. Ya ves, la pobreza nos vuelve inteligentes. Será nuestra forma de promocionarnos, de autobombo.
Edmundo: (Busca en el bolsillo de su saco.) ¿Las libretas? ¿Las libretas? (agarra de la barra la botella de caña, las rocía a las chicas.) Denme las libretas o las prendo fuego. (Judith extiende su mano con las libretas) Más vale que trabajen. (Se va)
LM: Es cierto, mi cuerpo ya no convoca al deseo, ya no invita al desenfreno. (ve a la Pety en la cortina) Tiene razón tu padre hija, soy este sonajero de huesos que ya ni siquiera hace ruido. Sospecho que la muerte me encontrará pronto. Si se demora seré yo misma quien salga a buscarla.
Judith: No diga eso.
LM: Necesito que llueva adentro mío para lavar tanto dolor.