Perla: (buscando algo) Isa, Isa. ¿Dònde estàs? (Ve que en la punta del piano asoman unos pelos. Abre la tapa y descubre una peluca rubia) Acà estabas.
Rava: (trepada a los caños, frotándose con la pared) Acà estoy
Perla: (ve a la Rava trepada en los caños) ¡Rava! Ha llegado el día, deja de frotarte y ven aquí que te quitaré las vendas. Se me abren las aletas de la nariz de par en par. Hasta hoy había sido una flor que quería devenir perfume, que negando su existencia efímera pretendía prolongarse en la conservación. (le desenrolla el larguísimo vendaje de la entrepierna) Nadie le pregunta a la piedra si quiere ser martillo. En cambio yo quiero consumirme en el exceso Rava, entregar sin reservas mi néctar al enjambre de abejas y morir sin que hombre alguno haya olido mi fragancia. ¿Qué te parece?
Rava: (le responde con la mano)
Perla: Yo sabìa que el gorrioncito estarìa de acuerdo. Si algún día me pasa un camión Scania por arriba, o una enfermedad venéra me fagocita la vida, prométeme una sola cosa Rava... tapar mis fosas nasales con algún pañuelito o algodón. No quiero que los perfumes vengan a olerse a mi nariz.
Rava: (se enrolla en la tela hasta llegar a Perla) Mañana parte un barco al Paraguay. He arreglado todo para que viajemos en la bodega. Imagina el lanchín navegando río Paraná arriba. Los pájaros distrayendo a los mosquitos para que no nos piquen, tigres corriendo en la orilla acompañando el lento vagar de la embarcación. La selva paraguaya nos ocultará de tanta maldad. Recogeremos de la tierra y frondosos árboles los frutos que serán nuestro alimento.
Perla: Estás loca
Rava: Parte mañana por la noche, al lado del varadero.
Perla: Tendría que preguntarle
Rava: ¿A quién?
Perla: No creo que Isa quiera
Rava: Basta con Isabel. Yo cumplí, ahora te toca a ti.
Perla: Entonces te irías sin mí
Rava: (yéndose) No si tú vienes conmigo
Rava: (trepada a los caños, frotándose con la pared) Acà estoy
Perla: (ve a la Rava trepada en los caños) ¡Rava! Ha llegado el día, deja de frotarte y ven aquí que te quitaré las vendas. Se me abren las aletas de la nariz de par en par. Hasta hoy había sido una flor que quería devenir perfume, que negando su existencia efímera pretendía prolongarse en la conservación. (le desenrolla el larguísimo vendaje de la entrepierna) Nadie le pregunta a la piedra si quiere ser martillo. En cambio yo quiero consumirme en el exceso Rava, entregar sin reservas mi néctar al enjambre de abejas y morir sin que hombre alguno haya olido mi fragancia. ¿Qué te parece?
Rava: (le responde con la mano)
Perla: Yo sabìa que el gorrioncito estarìa de acuerdo. Si algún día me pasa un camión Scania por arriba, o una enfermedad venéra me fagocita la vida, prométeme una sola cosa Rava... tapar mis fosas nasales con algún pañuelito o algodón. No quiero que los perfumes vengan a olerse a mi nariz.
Rava: (se enrolla en la tela hasta llegar a Perla) Mañana parte un barco al Paraguay. He arreglado todo para que viajemos en la bodega. Imagina el lanchín navegando río Paraná arriba. Los pájaros distrayendo a los mosquitos para que no nos piquen, tigres corriendo en la orilla acompañando el lento vagar de la embarcación. La selva paraguaya nos ocultará de tanta maldad. Recogeremos de la tierra y frondosos árboles los frutos que serán nuestro alimento.
Perla: Estás loca
Rava: Parte mañana por la noche, al lado del varadero.
Perla: Tendría que preguntarle
Rava: ¿A quién?
Perla: No creo que Isa quiera
Rava: Basta con Isabel. Yo cumplí, ahora te toca a ti.
Perla: Entonces te irías sin mí
Rava: (yéndose) No si tú vienes conmigo