.............................la maciel....... de todas la más cruel
Tra tutte la piú crudele
De toute la plus cruel
Sábados 00.00hs
Cámara del Teatro
Aráoz 1025
Elenco:
Ganó el papel
Obertura
Yo y sólo yo soy la Maciel
de todas la más cruel
Aquí me tienen viciosos
desocupados de amor
descamisados de besos
Yo sé que el día
ocupa sus brazos con trabajo
sé que mientras corren
las horas laborales
las olas del deseo
arrastran sus cabezas
a playas de arenas ardientes
a puertos donde las sirenas no mienten
Sus lamentos a mí trae el viento
y el mar sus penas llora
¿quién sino yo podría comprenderlos?
Mis amores, hijos míos
soy su madre
¡Madre suya!
A mi cuerpo vengan
a buscar aliento
caben en mis pechos
infinitas bocas
y no hay labios
que no encienda
queridísimos
quien los míos toca
Yo haré su odio sagrado
sus vicios más delicados
lavaré el dolor con pecado
y luego los regresaré al mundo
sin saber dónde han estado
Yo la Maciel
de todas la más cruel
soy la verdad de un secreto
que irán hoy a conocer
(se saca el huevo del escote y lo arroja al piso)
Mordida
LM:
¡Qué torpe! Parece que la mudez te volviera cada vez más torpe. Si al menos pudieras contestarme o gritarme, entonces yo podría darte la cachetada que te mereces.
Aquella tarde, la Maciel paseaba en tacos por las calles de tierra de esta isla, cuando oyó un alarido desgarrador. Pensé que había sido el grito de un perro, pero cuando me acerqué a la ventana te vi a ti. Tan pequeña, con un cuchillo exageradamente grande en la mano -la hoja de acero era más larga que tu bracito y en el piso- quien debía ser tu padre, juntando las tripas. Al verme detrás del vidrio, dejaste caer el cuchillo al suelo, agarraste la muñeca que estaba sobre la mesa y trepaste la ventana. La cruzaste y tomaste mi mano. Caminamos mucho recuerdo. (le pega una cachetadita)
Vamos, limpia el enchastre que hiciste.
(La Maciel descubre el pelo de Judith, sentada frente al piano)
LM: ¿Qué pasa que ya no cantas hija?
Judith: No soy su hija
LM: No hace falta que lo seas mientras yo desee ser tu madre. ¿No has compuesto nada?
Judith: Nada, desde que estoy aquí no he compuesto nada. Ni siquiera puedo cantar las canciones de mi anterior repertorio. Todas esas melodías me suenan ahora tan despiadadamente inocentes. Y por sobre todo: deshonestas.
LM: ¿Quieres beber algo hija? (le busca un vaso de agua)
Judith: Este lugar ha deshecho lo antes me parecía bello. Y aún no tengo fuerzas para escupir al mundo las melodías que crujen en lo más cavernoso y prehistórico de mi garganta. (Agarra el vaso, se hace gárgaras)
LM: (ve que la Rava está secando el piso con el pelo) Animal, ¡con el pelo no! (vuelve hacia Judith, ella escupe el gargajeo) No te impacientes hija, ya recuperarás tu voz, luego ensayaremos el numerito, vendrá gente y anidarás tus melodías en los oídos de hombres y mujeres.
Recuerdo lo que me costó arrancarte de la degeneración en la que vivías. Al lado de tus padres, las ropas siempre limpias, en tu boca siempre bellas palabras. Sólo la Maciel pudo ver el animal que habitaba en ti.
Judith: No eran mis padres, era la Zwi Migdal. ¿Hasta cuándo me tendrá aquí en esta jaula? ¿No cree que un poco de aire me devolvería la voz?
LM: No aún. (Con su mano acaricia el rostro de la cantante, y ésta se la muerde) ¡Antes de cantar deberías haber aprendido a morder! ¡Desagradecida! (le cierra la cortina de pelo)
Confesión
LM: (busca a la Pety, le pregunta a la Rava que ha trepado a unos caños que bordean la pared) ¿Has visto a la mocosa? (Rava le responde con la mano) Salió al río, pero después volvió, acompañada de barro en los zapatos … no entiendo al gorrión Rava. (Pety sale detrás de la cortina y la asusta) Tú y tus juegos de niña.
Pety: Todos me tratan como si fuera una niña, pero yo ya no soy una niña. Conocí la menarca. Entré en el ciclo de la adultez: me ha venido.
LM: ¿Cómo?
Pety: Ya me sangré. (se adelanta y levanta su vestido rojo almodóvar. Quita de su entrepierna una bombacha de tamaño exageradamente grande con una mancha de sangre y la exhibe como un trofeo.)
LM: ¡No puedo creerlo! No has compartido con tu madre el momento más íntimo de toda mujer. ¡No puedo creerlo! Ocultas cosas a tu madre, la engañas. ¿Qué hice mal? Yo, que te crié sin rama tutora, que jamás desalenté la expresión de tus instintos más salvajes, que no ceñí tus pies a zapato alguno.
Pety: ¡Tú eres la más niña! (le pega una cachetada y corre hacia la escalera) Te odio.
LM: La perdí, ya me oculta cosas. Mi preciosura. Yo pensaba que íbamos a ser la una para la otra, que seríamos un bosque que no albergaría secretos, un paraíso donde todas las frutas pudieran comerse. ¡Cómo has podido morderme así víbora, a tu madre, a quién te ama más que nadie en el mundo!
Judith: (al pùblico) Scht! Las tensiones edìpicas ya no son hoy las articuladoras del drama actual. Quiero decir, yo como ustedes, soy hija de la generaciòn de padres separados. No sè si esto està en el texto, pero yo no estoy de acuerdo, por eso querìa decirlo. Como actriz, y fundamentalmente como estudiante del IUNA que soy. (se acerca a la Maciel para asistirla)
LM: (se recompone del llanto) A pesar de todo, cómo no podría enorgullecerme tanta crueldad y siendo tan pequeña. Hija mía, déjame creer que no he traído al mundo al peor de los monstruos. No dejes de contarle todo a tu madre, ella no te reprenderá y enjuagará tus heridas con su llanto.
Judith: Allà en Polonia èramos tantos hermanos que mi madre para cambiarnos nos ponìa en fila. Armàbamos una escalera perfecta. El escalòn de arriba cambiaba al de abajo. Por eso en pleno invierno, en Polonia el invierno es invierno, mis hermanos mayores que eran los ùltimos en vestirse se pescaban una regia neumonìa. Mi madre recordaba perfectamente nuestros nombres, pero nunca supo bien què nombre correspondìa a quièn. Por eso yo creo que mi nombre completo es en realidad: Judith Ivàn Fidor Vera Nicolàs Olga...
LM: Ya basta con eso de Polonia. Jamás has estado en Polonia, ni siquiera sabes donde queda. (ve a la Rava intentando subida a los caños frotàndose) Deja de frotarte Rava, (a Judith) mira como ha aprendido a autoabastacerse. . Ha encallado el Vladimir en el puerto. Cientos de marineros tendrán hoy su primera noche en tierra. Algunas de ustedes deberán ir al puerto a aplaudir las tetas para que no erren el camino hacia aquí. Muchos rusos me han dicho, grandotes, fornidos. (Sube las escaleras acompañada por Judith). Una vez tu madre fue amada por uno de ellos. Sus brazos como tenazas, su espalda era tan ancha que yo no podía cerrar el abrazo, su peso encima de mi cuerpo me asfixiaba y cada envión que tomaba parecía que me iba a dar muerte. Sublime.
Fraguar la fragancia
Rava: (trepada a los caños, frotándose con la pared) Acà estoy
Perla: (ve a la Rava trepada en los caños) ¡Rava! Ha llegado el día, deja de frotarte y ven aquí que te quitaré las vendas. Se me abren las aletas de la nariz de par en par. Hasta hoy había sido una flor que quería devenir perfume, que negando su existencia efímera pretendía prolongarse en la conservación. (le desenrolla el larguísimo vendaje de la entrepierna) Nadie le pregunta a la piedra si quiere ser martillo. En cambio yo quiero consumirme en el exceso Rava, entregar sin reservas mi néctar al enjambre de abejas y morir sin que hombre alguno haya olido mi fragancia. ¿Qué te parece?
Rava: (le responde con la mano)
Perla: Yo sabìa que el gorrioncito estarìa de acuerdo. Si algún día me pasa un camión Scania por arriba, o una enfermedad venéra me fagocita la vida, prométeme una sola cosa Rava... tapar mis fosas nasales con algún pañuelito o algodón. No quiero que los perfumes vengan a olerse a mi nariz.
Rava: (se enrolla en la tela hasta llegar a Perla) Mañana parte un barco al Paraguay. He arreglado todo para que viajemos en la bodega. Imagina el lanchín navegando río Paraná arriba. Los pájaros distrayendo a los mosquitos para que no nos piquen, tigres corriendo en la orilla acompañando el lento vagar de la embarcación. La selva paraguaya nos ocultará de tanta maldad. Recogeremos de la tierra y frondosos árboles los frutos que serán nuestro alimento.
Perla: Estás loca
Rava: Parte mañana por la noche, al lado del varadero.
Perla: Tendría que preguntarle
Rava: ¿A quién?
Perla: No creo que Isa quiera
Rava: Basta con Isabel. Yo cumplí, ahora te toca a ti.
Perla: Entonces te irías sin mí
Rava: (yéndose) No si tú vienes conmigo
Lecciones de goce
Judith: Conocí a un pintor. Facio se llama. Él no me dijo que era pintor, porque es muy perfil bajo como todo los verdaderos artistas, pero yo me di cuenta. Porque cuando pasó conmigo, dijo que mientras yo cantaba él me escuchaba con los ojos. Por eso supuse que pintaba, y no me equivoqué. Sus manos … tan parecidas a las de mi padre, por momentos fantaseaba que eran las de él, pero que en vez de cachetearme, me acariciaban.
Me llevó a su taller y me contrató de modelo viva. De modelo viva pero hago de naturaleza muerta. Porque me tiene horas y horas así parada. Mis pezones en sus cuadros son casi más reales que los míos. Sin fallas y rojos almodóvar, cuando toco el lienzo me erotizo. El pobre está loco conmigo, ahora se le ocurrió hacer un pincel con mi propio bello púbico. Hacer público mi bello púbico. ¿No es un artista? (se ríen)
LM: (junto con la Pety en la escalera) Atención hijas, la Pety tendrá su primera lección. (Maquillan y preparan a la Pety en el centro del escenario. La Maciel baila con Perla). En las caricias hija, debes siempre evitar el contacto con la piel. Apenas rozarla. Si imaginas la piel como una herida abierta, cuando los poros sientan la proximidad de tu mano se desgajarán.
Tú serás el espejo donde los hombres proyectarán sus fantasías. Por eso debes ser una pura superficie lisa, una pura exterioridad que soporte las imágenes que tienen en su cabeza. Recuerda hija que su imaginación siempre completará mejor aquello que no le dejas ver.
Pety: Plegarme, debo plegarme.
LM: Eso hija mía, plegarte.
Pety: Porque el pliegue hija es la profundidad de la superficie que permite ocultar algo de la vista y convocar a la imaginación, que siempre quiere completarlo todo.
LM: Eso es. Tu ingenio será conservar ese ocultamiento aún cuando estés desnuda. Mostrar la interioridad en la máxima exposición. ¡Eso es la desnudez hijas mías!
Perla: Como cuando la flor abre sus pétalos al mundo y justifica así su existencia y persistencia en la naturaleza.
LM: (la aparta a la Pety del grupo) Una vez que los hombres han desprendido su almíbar, suelen realizar promesas o declaraciones de amor que tu deberás desestimar por ridículas pero siempre aceptarlas.
Pety: Aceptaré las promesas, y haré de estas palabras una plegaria. Por ti, en ti y en mí serán el rezo interno que guiará mis pasos en el resplandor enceguecedor de la lujuria. ¡Déjame besarte, quiero beso y frotación, beso y frotación! ¡Que vuele todo lo que tiene alas, que grite todo lo que tenga boca y que sople todo lo que tenga viento! (Se revuelca en la alfombra y queda con las piernas abiertas) Quiero fundirme en un abrazo, que se erosionen mis genitales de tanto roce. Abriré mi telón al mundo y entregaré el tesoro de mi niñez a los hombres. Abriré también a su curiosidad y a la mía las puertas de mi camerino…
LM: No hija, el camerino no. Debes cuidar el anillo dorado, el moño de azufre. (Va hacia el piano, las chicas se duermen superpuestas en la alfombra) Serán tantos los rusos sudando cerveza y los vapores de la ingeniería masculina que supuran detrás de sus braguetas.
Paz social
LM: Mi pequeño Gusmán
Gusmán: (se abrazan efusivamente) Maciel
LM: Tesorito mío, has crecido tanto. Ya eres todo un hombre. Pensé que el barco que hacia África te llevaba jamás te regresaría.
Gusmán: Yo también. Vi mares de todos los colores, estuve donde el sol inaugura el día, en la espalda del mundo: Oriente. He aprendido también a besar y amar a una mujer (la intenta besar)
LM: (corre su boca) Qué haces niño.
Gusmán: No escapes a los brazos de este chongo proletario, podría embestirte y embarazarte aún cuando no hayas perdido tus hábitos de hombre.
LM: (le sirve una caña) Toma. Hoy estuvo así (junta los dedos de una mano) de rusos. Mira cómo han quedado las chicas.
Gusmán: Tú y el deporte de mentir.
LM: ¿Qué dices?
Gusmán: Que he pasado por la Colorada, estaban todos allí. Mentirosa como mi madre.
LM: No voy a permitir que hables así de la Pecho de Palo. Tu madre era un ser fantástico, su realidad era la del espíritu. Ella había logrado ... ¿cómo decirlo? ... desmaterializarse. ¡Eso!, había desencarnado. Ya no había hombre que pudiera herirla.
Gusmán: Recuerdas que había convencido al pianista de La Colorada para que me diera lecciones de piano. Yo era tan pequeño que sentado en el taburete no llegaba los pies al piso, y con mis dedos no podía armar una octava.
LM: (le agarra la mano) Y ahora tan masculinas, tan callosas podrían romper con un simple apretón los huesos de una mujer. Ella estaría tan orgullosa de ti.
Gusmán: Te equivocas. (le suelta la mano) Ella jamás hubiera querido al cobarde en el que me he convertido. Estoy empleado en la usina del puerto, cobrando un sueldo que cansa pero que no alcanza. Como dijo Edmundo Giampaolo, el dirigente de nuestra agrupación: "Los que damos luz a la ciudad, no vemos la luz del día". Eso es lo único de lo que puedo sentirme orgulloso, haberme enrolado en la RGT.
LM: ¿La Raúl Gonzalez Tuñón?
Gusmán: La semana que viene, haremos un apagón y asaltaremos la comisaría veintidós. Llenaremos nuestros bolsillos de las armas que apagarán con fuego el infierno en el que vivimos. Necesitaremos luego esconderlas. Por eso, he pensado que podríamos guardarlas aquí. ¿He pensado bien?
LM: Sí si quieres desperdiciar tu vida. Vete de aquí, haré de cuenta que no he escuchada nada.
Gusmán: (se acerca) ¿No piensas ayudarnos?
LM: (se da vuelta y le pega una cachetada) No puedo creerlo, tan estúpido vendrías a ser. Poner tu vida en manos de esos miserables ¿puedes ser tan ingenuo?
Gusmán: (levanta la mano para una cachetada) No me obligues
LM: Adelante.
Gusmán: (comienza a subir las escaleras para irse)
LM: Ven aquí, ven aquí. ¿Cuántos días serían?
Gusmán: Sólo el día del asalto.
LM: Está bien hijo. Regresas después de seis años, y pretendes que ponga en riesgo mi vida y la de las chicas. Te odio, a ti y a todos los hombres. Pero prométeme que luego del apagón abandonarás la RGT.
Gusmán: Te lo prometo.
LM: Ah y una cosa más. No te vayas sin tocar la pieza que a tu madre tanto le gustaba oír.
Gusmán: (se sienta al piano) Los años sòlo han arrimado màs belleza a tu rostro.
que la noche se viene
a tus ojos dormir
que en tus brazos
descansan
los hombres
del mar
LM: Bravo hijo, si hay algo que encontrarás aquí es paz social, paz social.
(Las chicas comienzan a despertarse y comienza la canción del lupanar. Canta Judith, el resto de las chicas conforma un coro)
En esta isla
Todo es mentira
Brillos opacos
Joyas de fantasía
Envuelven un cuerpo
que es mercancía
Lu-pa-pa-pa-pa-nar
(coro de las chicas)
Falsas promesas
Brazos cansados
Una esperanza
Con billetes contados
Lu-pa-pa-pa-pa-nar
(Vendan los ojos de Gusmán, y arman una ronda con la venda alrededor suyo. )
Gusmán: Rava, recuerdo que mi madre, siendo aún yo un niño me hizo pasar contigo para convertirme en hombre.
Rava: Con estas vendas pareces un musulmán, ven sultán de las pampas
Gusmán: Recuerdo que tu me arrinconaste, y yo logré zafarme de tu abrazo. Debo confesarte algo Rava.
Rava: Y yo te respondí “no hace falta Gusmán”
Gusmán: Sufro de la peor vergüenza de la que podría sufrir un hombre. (se baja los pantalones) La desgracia y la humillación cuelgan de mi entrepierna: tengo el pene infans.
Rava: Un pene del tamaño de un dedo meñique: el peñique. Y eso que yo, de niño, era el que más lejos orinaba.
Gusmán: ¿Eso dije?
Rava: Sí
Gusmán: Después, cuando la vergüenza se alojó en mi cuerpo, ya no me atrevía a orinar ni siquiera delante de mí mismo.
Rava: Recuerdo que yo te corté un hilo que llevabas colgando
Gusmán: Sí, mi madre me había hecho un piolín con tripa de cabra, con cuentas como las de un rosario para alentar mi desarrollo. Ella decía que si alguna hormona llegase a despertar, el piolín guiaría su camino a la adultez.
(La Rava lo lleva hacia la bañera. Con la esponja limpia la entrepierna de Gusmán)
Rava: Así que estás en la RGT.
Gusmán: Sí, aunque no soy yo verdaderamente. Son las fuerzas históricas que operan a través de ciertas partes del cuerpo social. Todo es social Rava, hasta tu cuerpo lo es. Tu cuerpo es escenario de las contradicciones sociales.
Rava: ¿Qué dices?
Gusmán: Que tu cuerpo ha sido tan trabajado como esta bañadera, pero para despertar el deseo de los hombres y ser consumida por turnos. Rava debes sumarte al engranaje de la transformación, al envión de la historia. Es con nuestro trabajo pero también con nuestro cansancio como se sostiene nuestro sometimiento. No nos quedan fuerzas para pensar ni resistir. Acabaremos con las estructuras verticales que aseguran del dominio de unos pocos, horizontalidad, horizontalidad con horizontes. (acaba)
¿Vos también acabaste?
Rava: Sí Gusmán. Mañana parte un barco para el Paraguay. Pensé que quizás podrías llevar la transformación allí, la selva siempre ha sido hospitalaria con los revolucionarios, y yo podría atender la casa, el río y mis cuidados como señora tuya.
(golpes. Baja LM)
Inspección
LM: Señor Inspector, esto es una casa de familia. Mis hijas están durmiendo porque mañana las espera una larga jornada laboral. Las pobres se acuestan tan cansadas que no tienen ni fuerza para el trabajo del sueño, así que si pasa las verá así durmiendo juntitas como en un gallinero.
Edmundo: No pensé que se iba a poner así, se les está yendo la mano a los mocosos.
(Atraviesa el escenario sin saludar a la Maciel)
LM: ¡Edmundo!
Edmundo: Yo les dije que había que apretar a Nito Galotti, al dueño de la Swift, un amigo mío. Pensé que no lo iban a hacer, por eso no le dije nada a Nito. Hoy a la tarde, me crucé con una reunión de perros, que estaban meta meter el hocico y arrancando tripas. Cuando me acerco y veo ahí tirado al pobre Nito, a medio comer. Cualquier día de estos me van a limpiar a mí.
LM: No entiendo de qué me hablas, toma (le acerca una copita de caña)
Edmundo: Ya no estoy para esto. Soy un niño en el cuerpo
LM: (intenta seducirlo) No digas eso. Estoy descentrada
Edmundo: Estás invertido desde el día que naciste
LM: No es por mí, es por tu hija.
Edmundo: Basta con eso, no es mi hija y vas a llenarle la cabeza a la mocosa.
LM: Le ha venido
Edmundo: ¿Quién?
LM: La menarca, ignorante. Tu pequeña es señorita. No quiero escucharte débil, eres joven. Tu miembro es y será siempre amplio, ambicioso, febril, inabarcable (y bailan algo parecido a un tango). Recuerdas aquellas noches interminables Edmundo. Tú empolvabas mi nariz y yo me convertía en una yegua desbocada que ni tus golpes podían calmar. Era tan flaca que no tenía ni cola para sentarme. (se arrodilla y acerca su boca a Edmundo) Cómo amaba cabalgar en tus cuádriceps turgentes, blandiendo mis senos en tu pecho poblado de resortes hasta la madrugada siguiente.
Edmundo: (la empuja) Basta, no voy a caer en tus juegos. No vino nadie, no soy estúpido y necesito que esto funcione, necesito la plata ¿entendés?. Si no sabes hacer trabajar a las chicas te voy a cruzar al Uruguay. ¿Las mandaste a aplaudir las tetas al Vladimir? (las chicas asoman por los agujeros de la cortina de la habitación. Edmundo las ve..) Salgan de ahí.
(Algunas van a auxiliar a la Maciel que está tirada en el piso. Judith toma la copa y el sobretodo que Edmundo se ha quitado.)
Edmundo: Si esto sigue así, las voy a hacer chorizo ¡chorizo en el Anglo!
LM: No hables así Edmundo. La calle es siempre generosa con los que nada tienen, y la pequeña revolviendo mercadería en el puerto encontró unas máscaras y trajes de carnaval. Con las chicas hemos preparado un numerito y arreglado los trajes para este carnaval. Ya ves, la pobreza nos vuelve inteligentes. Será nuestra forma de promocionarnos, de autobombo.
Edmundo: (Busca en el bolsillo de su saco.) ¿Las libretas? ¿Las libretas? (agarra de la barra la botella de caña, las rocía a las chicas.) Denme las libretas o las prendo fuego. (Judith extiende su mano con las libretas) Más vale que trabajen. (Se va)
LM: Es cierto, mi cuerpo ya no convoca al deseo, ya no invita al desenfreno. (ve a la Pety en la cortina) Tiene razón tu padre hija, soy este sonajero de huesos que ya ni siquiera hace ruido. Sospecho que la muerte me encontrará pronto. Si se demora seré yo misma quien salga a buscarla.
Judith: No diga eso.
LM: Necesito que llueva adentro mío para lavar tanto dolor.
Funeral
(La Maciel yace acostada en el centro del escenario sobre la alfombra circular. A sus pies hay una serie de arreglos florales. Rodeada por la tenue luz de las velas, el llanto y plegarias de las chicas. Entre el moqueo piden por su descanso.)
(Perla)
Nacida en las entrañas ganaderas de este país,
la Maciel fue concebida en un gallinero
poblado de ponedoras, gallos de riña y pigmeos
(interviene Judith)
-como una película de Favio-
Su concepción fue el fruto del encuentro
entre un hombre de edad y la inocencia
de una muchachita de campo.
El amor se dio cita en el maizal.
Allí la inteligencia del perverso
desnudó a la muchachita
con palabras de amor
en el corral de los terneros destetados.
(sigue Rava)
La llama de la pasión
tuvo la suerte del fósforo:
se encendió esa única vez.
Pues nada más supo su madre
de la suerte de quién había
alojado en su vientre
la desgracia y humillación.
Escapa del maltrato de su madre
y de la falta de oportunidades
que reinaba en el interior de un país
que confundía los faroles del puerto
con las luces de Europa,
oculta en la caja de la camioneta
del comisionista del pueblo.
¿O fue en el último vagón de un tren de carga?
En tren, sí, es más poético.
(Aparece Pety subida a un barril que estaba detrás del cortinado)
Una noche de abril
Desandó el camino de tierra hasta el asfalto.
Silenciaron el ruido de sus tacos
Y la luna vertió el oro de su plata
En aquellas aguas estancadas.
(se acerca al resto de las chicas)
Trepó en la primer camioneta
que viajaba a la Capital.
El viento y la velocidad del rastrojero,
descubrieron la lona que ocultaba
la mercadería del comisionista.
Y la pasajera clandestina,
que era la Maciel,
bajo un cielo de estrellas prometió
(todas juntas)
que jamás regresaría a la pobreza
que supo condenarla su hogar.
(Continúa Judith con una lámpara en la mano)
Un amanecer sin almanaque
la depositó en los galpones
de Parque Patricios.
Enredada aún en el sueño, el cansancio,
la humedad de las lágrimas de su rostro
en sus mejillas frías,
desandó las calles hacia un lugar
que luego sabría
llamaban Constitución.
(dirigiéndose al público)
Los amo
pero los odio.
Gracias por venir,
y vuelvan.
Vuelvan.
(Sigue Perla)
En el laberinto azaroso de los adoquines
perdió un zapato. Y por fortuna
conservó los huesos de una quebradura
que semejante golpe le hubiera asegurado.
El caballero morocho, chongo y engominado
que sostenía detrás suyo su zapatito
y con mano firme le devolvía a su pie el calzado,
sería: Mauricio Robledo.
(La Maciel se incorpora intempestivamente)
¡Mauricio Robledo!
Primer hombre del que recibió cuidado
y una meditada lista de regalos.
Una vez enceguecida por el amor
que simulaban esos objetos,
ya la tenía trabajando junto a sus otras novias
en un queco en el sur.
(Continúa la Rava)
La primer muñeca
que tuvo entre sus brazos
fue su primer hijo.
Una enfermedad pulmonar
arrancó de sus manos
el único deseo de seguir viviendo.
(La Maciel vuelve a incorporarse)
Esa parte es hermosa
¿no es cierto?
Conoció el amor
En un hombre muy mayor.
Ella quería un hijo suyo,
pero él jamás accedió.
Por su edad
creía que más que un hijo
sólo podía fecundarla
con un nieto.
En la cárcel
recibió el cuidado y amor
de casi todos los hombres del penal.
Las rejas de la celda
demoraron su libertad
cuatro años.
Ahora váyanse hijas, dejen a su madre en paz. Quiero pensar algunas cosas desde aquí, la muerte. (se van todas) Perla tú puedes quedarte y acompañarme en este, mi soliloquio.
Es una tontería, lo sé, pero sufro de sólo pensarlo. Por pueblerina quizás, pero muerta desearía tanto ver quiénes asistieron a mi velorio, ver sus ojos bañados en llanto y que con un miserable pañuelito de tela no logran detener la hemorragia incesante de lágrimas. ¿Tú me comprendes Perlita? Saber quiénes me han realmente amado. ¿Puede la muerte ser tan cruel de privarnos de esos pocos instantes de sinceridad que ella trae al mundo?
Perla, siempre he dudado qué flores debería haber en mi entierro. ¿Tú qué piensas?
Perla: Azucenas, muchas azucenas. Dan todo el año. En cambio si eligiera una flor de estación debería arreglar cuando morir, y eso no es morir, es matarse.
LM: Cuánta razón tienes hija.
Perla: La segunda vez que falleció mi madre, ésa vez no fue de arreglo. Recuerdo todo fue tan espontáneo y natural, como la vida misma, pero la muerte. Cuando digo recuerdo, ese recuerdo pasa ahora. Pasa ahora, el pasado pasa, pasa y pasa por el presente.
LM: Basta Perlita, no contorsiones tanto las palabras. Se te va a enredar la lengua.
Perla: Es cierto Maciel. A veces las palabras huyen de mí como una bandada de pájaros. Es como si se desmoronasen en mi cabeza, y yo quedo haciéndole señas al mundo que parte con ellas. ¿En qué estaba?
LM: Con lo de tu madre.
Perla: Ah. La primera vez encerrada en la cocina y con el gas abierto la salvó un chiflete en la ventana. La segunda y definitiva, por temor a fallar me hizo encerrarla en el horno de barro. La vi introducir su cabellera rubia en la llama viva. Ardió completamente sin dar un solo grito. Su cuerpo carbonizado había conservado el rictus de su rostro, y la muerte vaya una a saber porqué, le había depositado una sonrisa en los labios. Parecía que se burlaba de los que lloraban a un costado del cajón. Yo llené el cajón de azucenas, luego le introduje cientos de ellas en la boca, tragué una yo y quedé dormida en una sillita a su lado. (se queda dormida)
LM: Duerme hija, duerme. Y tú Judith sal de ahí. ¿Piensas que no oigo el arpita?
Judith: (sale por detrás) Allá en Polonia a los difuntos le cantamos una canción. Con la sustancia de ese dolor se ha compuesto el repertorio de nuestro cancionero popular, nuestras volklied. Somos un pueblo sufrido.
LM: No intentes darme lástima. Cuando una ha sido tantas veces herida, pierde lo que los hombres llaman lástima.
Judith: No lo digo por eso, sino porque he pensado en componerle una canción, para poner su nombre en la boca de todos.
LM: Eso sería maravilloso hija. Estar en la boca de todos. Una última cosa, como tú bien sabes no he perdido mis hábitos de hombre, por eso no olvides rasurarme si en el velorio asoma en mi cutis un rastro de barba. Si resucitase y me viera con el rostro rasposo, volvería automáticamente a morir. Y recuerda, las lágrimas que secan rápido, son falsas.
Judith: Ésa, ésa será la primera frase de la canción. (se dirige al piano) Las lágrimas que secan rápido, son falsas.
(Aparece la Rava, con la Pety en los hombros. El vestido de la Pety oculta el rostro de la Rava, por ello parece una Pety gigante.)
LM: Hija mía. Has estado fantástica, estoy orgullosa de ti. Los hombres verán en tus lágrimas cuánto me quisiste, y tus lágrimas hoy se veían tan tan sinceras.
Pety: Mi lágrimas no fueron de dolor, fueron de alegría. Nadie ansía más que yo el día de tu muerte. Y estoy cansada de tu estúpida escena del funeral.
Me voy al patio. Yo a diferencia de ti soy responsable, y ahora debo atender el mundo de mi fantasía que reclama de más producción. Cada minuto que paso junto a ti, acorta el breve paraíso de mi infancia. La edad que no tiene recuerdo.
(Perla que estaba dormida en la silla, se levanta sorpresivamente)
Perla: Fuego, fuego. (se levanta y todas la siguen) Fulguraciones naranjas, enervaciones de violeta que relampaguean la carne viva, espasmo incesante de formas en el borbotoneo curioseante de chispas...
(Perla cae desmayada en los brazos de las chicas. La llevan en andas hacia el fondo. Se oyen sirenas de la calle.)
Herida de la realidad
Mis propios compañeros,
me traicionaron
mis propios compañeros.
Alguien nos vendió con la policía
Alguien que avise a la columna
del este que los están esperando.
¡Alguien nos vendió!
(vendan su pecho)
¡No se dan cuenta
que es sólo la solidaridad
entre los trabajadores
la que podrá romper
la cadena invisible
pero vencible
de un salario
que cansa pero no alcanza
y nos ata a la dependencia laboral!
(avanza hacia el frente enredàndose en las vendas,
cae arrodillado al piso)
Dejen que la muerte
se aloje en mi cuerpo.
No me priven de ella,
no deseo otra muerte
que ésta.
(Gusmán, cae al piso enredado por las largas vendas. Judith y la Rava se acercan a asistirlo.)
(Apagón)
La soga saltó
¿Quién soy yo?
(Mira hacia la barra, y asoman dos pájaros)
Agarro una tijera
Y corto una pollera
Por la mitad
¿Quién soy yo?
Un señor
Con regio pantalón
Y grave la voz.
(pone voz grave)
Perdone costurera
Busco una pollera
Para mi mujer
(vuelve a su voz)
No me va a creer
Dijo la costurera
Lo que tiene puesto
Es una pollera
Cómo puede ser
Dijo el señor
¿cuándo mi pantalón
se descosió?
(Entra Edmundo y se detiene en el último escalón de la escalera. Embelesado observa a la pequeña)
¿Quién soy yo?
Ahora una dama
De humilde posición
Que saltando la soga
El hilo soltó
¿Cómo puedo yo
Llegar a saber
Si dama o señor
Es usted?
Salte la soga
Y la soga saltará
Salta la soga
Y la soga soltará.
(suelta la soga y ve a Edmundo detenido en el final de la escalera)
Edmundo: (se acerca lento con una caja entre sus manos) Te he traído un obsequio
Pety: Los padres que olvidan el cumpleaños de sus hijos es porque no han deseado traerlos al mundo.
Edmundo: Toma, acéptalo como disculpa, y no creas todo lo que dice tu madre.
Pety: Déjalo en el piso y vete. Vete de aquí inmundo.
Edmundo: (apoya la caja en el piso y se retira lento) Edmundo, mocosa.
Pety: (se acerca a la caja y conjetura) Bosta de caballo, un caracol de mar. (La abre) ¡Unos patines!
(Edmundo se da vuelta. Aparecen los pájaros detrás de la barra y organizan la escena. Uno de dirige a Edmundo y otro a la pequeña)
Pájaro 1: (a Edmundo, le grita) Es la ternura lo que te echa a perder Edmundo. ¿Por qué te dejas arrastrar por ese sentimiento débil y cristiano de la bondad? Eres un niño en el cuerpo de una bestia.
Pájaro 2: (a la Pety) Son hermosos.
Pety: Son hermosos.
Pájaro 2: (la reprende) Shh! Estúpida. Oculta en tu rostro los buenos sentimientos y frunce el ceño para mostrarle cuán poco importante te ha resultado su obsequio.
Pájaro 1: Mira como está fascinada por esas cuatro rueditas que robaste en el bazar. La has conquistado, podrás hacer con ella lo que tú desees Edmundo.
Edmundo: Por su rostro pareciera que no le han gustado.
Pájaro 2: No se irá sin antes intentar besarte.
Pájaro 1: Hasta ahora habías sido un cielo que jamás se había visto llover, un pájaro que no se había oído cantar…
Edmundo: Una flor sin perfume. Acerca tu boca querubín.
Pájaro 2: Cuánta repugnancia te generan esa poesía grasa y pueblerina. Mira cómo lo imbecibiliza el amor, es repugnante.
Pety: Es repugnante.
Pájaro 1: Ahora te acercarás, quitarás de tu bolsillo papel film para poder besarla. Porque no querrás corromper con tu experiencia la inocencia de la pequeña ¿no?.
Edmundo: Temo que crezca, que la edad se lleve su tesoro.
Pájaro 2: Acercarás despacio tu boca a sus labios, y conocerás lo que los hombres llaman: beso.
(Se besan)
Pájaro 1: Ahora vete Edmundo. Vete, ya has conseguido lo que viniste a buscar. Vete.
(Los pájaros abandonan su forma, y ya son Judith y Perla)
Judith: ¿Y esos patines?
Perla: Son hermosos.
Pety: Me los regaló mi padre la semana pasada para mi cumpleaños.
Duelo
(La Rava amenaza con el cuchillo a Gusmán.)
Rava: No huyas cobarde
Gusmán: Todo por darle una caricia a quien se ha dedicado a cuidarme todo este tiempo. Al principio temía enamorarme de ti Rava, no podía admitir que el amor me distrajera de mis verdaderos intereses que eran los de una clase entera y no los de la pareja. Recuerdas que tú me dijiste “Gusmán el futuro que prometes no te deja ver el presente que vives”
Rava: ¿Eso dije?
Gusmán: Algo así. ¿De qué te defiendes Rava sino de tu propio deseo? ¿No ves que sólo él puede defenderte de los demás? Baja eso.
Rava: No creo en tus palabras. Tú me prometiste aquella noche que viajarías conmigo al Paraguay.
Gusmán: ¿Eso dije?
Rava: Sí
Gusmán: ¿Por eso no dejas que te ame?
Rava: No sé. Dí tus últimas palabras antes de que te pase al otro lado.
Gusmán: Amor, no me mates si quieres tu con vida seguir. Si tú creíste a mi cuerpo capaz de soportar tus intensidades, si yo volví tu mentira verdadera ¿por qué decides ahora hacer de este templo ruinas? ¿debes siempre condenar acaso a quién has bendecido?
Rava: Nunca escuché nada más grasa, pero ese texto es hermoso
Gusmán: Rava acéptame como tu esposo y dame ese cuchillo
(La Rava le da su cuchillo a Gusmán. Aparece la Pety, imitando a la Maciel, arrodilla a Gusmán y le coloca una capa a la Rava. Arma la escena del casamiento, y los enmarca. Entra Perla)
Pety: Rava hija mía, toma esta capita, vas a casarte. Y tú Gusmán arrodíllate. No he oficiado jamás una boda, pero quién sino yo sería capaz de casar a mis hijos. Perla ven aquí.
Perla: ¿Un casamiento? Yo soy dos veces divorciada (se ríe).
Rava: Yo Rava, te prometo a ti Gusmán la exclusividad del goce de mi cuerpo, prometo también que no dejaré que mi fantasía se articule con imágenes de otros hombres, y que estas manos amasarán el pan y los tallarines que serviré los domingos en nuestra mesa.
Gusmán: Yo Gusmán, te prometo a ti Rava sostener con un sueldo de empleado municipal nuestra familia, prometo rodearme por otras mujeres para que tenga argumento la paranoia de tus celos y puedas mantener así tu deseo hacia mí como el primer día, ah y prometo con la fertilidad de mi semen satisfacer tus deseos de ser madre.
Pety: No creo que eso sea posible. La Rava es muy impaciente con sus hijos, ella se los quita de su vientre antes de que hayan nacido. (aparece Judith en la escalera) Bien, basta de palabras zonzas de amor, si alguien se opone a este casorio que hable ahora.
(entra Juidth por la escalera)
Judith: ¿Casamiento?
Pety: Sí Judith, te lo has perdido llegas justo para el final. Yo la Pety, de todas la más fiel, los declaro marido y marida, y te pido a ti Gusmán que alegres este, tu casamiento, con alguna piecita en el piano. Tú Judith, hija mía, acompáñalo con el canto.
Buenas noches
Soy el miedo
No te asustes
Que no muerdo
Entre tus piernas
Todo entiendo
No te duermas
Yo te sueño
(Baja Edmundo a las risas por la escalera. Detrás de él, se oye a la Maciel rogándole que no lo haga.)
Edmundo: Porqué me miras así pequeña, ¿ya sabes lo que tengo para decirte?. Yo no soy tu padre, allí tienes a tu verdadero padre (y señala a la Maciel que está en ropa interior detenida en el último escalón de la escalera. La Maciel huye llorando hacia el cuarto del fondo.)
Pety: Estúpido, ¿crees que no lo sabía? (y corre hacia el cuarto en busca de su madre)
Edmundo: ¿Y ustedes por qué no ríen? (lo ve a Gusmán) Gusmán, así que te tenían escondido aquí.
Gusmán: (Saca el cuchillo) Cobarde. Fuiste tú quien te pusiste al frente del movimiento sólo para traicionarlo. Utilizaste nuestra juventud y la frescura de nuestros ideales para tu propio beneficio.
Edmundo: Fueron ustedes quienes me utilizaron a mí, los que me desearon como aquel que podría guiarlos, ustedes necesitaban a alguien como yo. Y yo también necesitaba de ustedes para conseguir lo que quería. No hay lugar para reproches.
Gusmán: Cuando decías... (En una maniobra, Gusmán piede el cuchillo y queda en manos de Edmundo. Que en vez de matarlo, comienza a reirse y se va.)
Carnaval
Castración
(Sale la Pety de la habitación con los patines puestos. ¡Esperenme!. Cae antes de llegar a la escalera. Cuando levanta la vista, quien está parado los últimos peldaños es Edmundo. La Pety huye torpe hacia la barra, intenta huir por debajo y es atrapada por Edmundo. Se ve el medio cuerpo de Edmundo, y a un costado de sus manos apoyadas en la barra intentan zafarse las de la pequeña. Edmundo goza violándola, cuando la Pety logra salirse y huye por debajo de la barra hacia el cuarto. Edmundo la persigue. Su mano derecha abrazo el miembro erecto. Aparece la Rava por detrás con el cuchillo en la mano y de un solo movimiento se lo corta. Edmundo ve colgar su miembro a la altura de las rodillas y cae al piso.)
Ahorcada
(La Maciel baja las escaleras. En el último escalón la aguarda la Pety con patines. En una punta del escenario Edmundo baja lento una cadena que une al techo una roldanita de aljibe, y tiene un collar de cuero en la punta que se acerca al suelo. En la otra punta Gusmán toca en el piano las melodías más tristes jamás oidas. Y en el centro del escenario la aguardan con el marco Judith, la Rava y Perlita dejando el lugar vacío que ocupará la Maciel al terminar la escena)
Es cierto que yo, la Maciel
soy la que todos han visto
pero soy sobretodo
la que ustedes hayan imaginado.
Allí nada me falta,
sus ojos me han colmado
en esa imagen
Ésa es lo que soy
la de ustedes
la que seré por siempre.
No dejen de inaugurarme
en su recuerdo,
no dejen de versearme
porque sólo en su saliva
Seguiré siendo
hablada.
Yo no los traje al mundo,
pero si el mundo a mí los trajo
serán para siempre
hijos míos.
Aún muerta
viviré en ustedes
moldearé sus deseos
Visitaré sus sueños
sin que ustedes me oigan,
espiaré sus secretos
detrás de la cerradura
de sus ojos.
Si intentan ahogarme
en el mar del olvido
o quitarme del tronco
de la historia
como a una rama seca,
brotaré en ustedes con
la fuerza del abrojo
y la rosa mosqueta.
Hijos míos,
si soy el cuerpo del delito
donde el delito se hizo cuerpo
hagan de este sonajero
una estatua
que erecte mi presencia
ante los ojos
de los que aún
no han nacido.
Quien como yo
ha tocado ya con
pies y corazón
lo más hondo del infierno,
debe ajustar una soga al techo
para inventar el vacío
que sostenga el desplomarse
de la muerte
en el cuerpo.
Yo la Maciel
de todas la más cruel
voy a darme a la muerte
(Fin)
Elenco: